CLAVES PARA PROTEGER LA PIEL DEL FRIO

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Enero/2019. La piel es una membrana cutánea formada por varias capas de tejido que protegen el organismo. Ante el frío es importante tener en cuenta el cuidado cutáneo. Por lo general, las partes del cuerpo que más soportan las bajas temperaturas son las que quedan expuestas a ellas: manos, labios y  mejillas, aunque no todo el mundo tiene el mismo tipo de piel y, por tanto, el frío no afectará de la misma manera.

Los síntomas más habituales son la sequedad, la descamación, el envejecimiento precoz, las rojeces e incluso pequeñas heridas. En la piel del rostro, estas rojeces pueden manifestarse en episodios de rosácea o cuperosis.

En las personas con diabetes, con niveles de glucosa altos, el cuerpo pierde líquido, provocando que la piel se reseque, lo que hace más fácil que esta pueda abrirse. Y cuando esto sucede se incrementa la posibilidad de la entrada de microbios que causan infecciones.

Los expertos en dermatología señalan que la sensación de sequedad obedece a que los cambios fuertes de temperatura deterioran la capa hidrolípida de la piel, disminuyendo la secreción de las glándulas sebáceas encargadas de mantener una buena hidratación.

Por último, más allá de las temperaturas frías y el viento, en las grandes ciudades la piel se expone a la contaminación ambiental, factor muy agresivo que acelera el envejecimiento cutáneo.

¿Cómo evitar o mitigar el impacto del frío sobre la piel?

FEDE (Federación Española de Diabetes),  siguiendo las pautas de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), recomienda estas indicaciones para mitigar el impacto del frío sobre la piel:

  • Mantener una buena hidratación del cuerpo, bebiendo 1,5-2 litros de agua a diario, aunque no se sienta sed de la misma forma que en verano.
  • También se debe cuidar la alimentación a través del consumo de numerosas frutas y verduras, ricas en vitamina C y antioxidantes, que impulsan la regeneración de la piel.
  • En la limpieza diaria, evitar las temperaturas muy altas del agua, que remueven el manto hidrolípido, y emplear productos que respeten la estructura química de la piel, ya que algunos químicos pueden aumentar su vulnerabilidad.
  • Hidratar las zonas del cuerpo más expuestas al frío, como las manos, la cara y los labios, con productos específicos y adaptados a las necesidades de cada piel. Es recomendable que estos incluyan un factor de protección solar, sobre todo durante la práctica de deportes de invierno en zonas de nieve, pero también en el día a día.
  • Abrigarse bien al salir a la calle con prendas no demasiado ceñidas y de tejidos apropiados, como el algodón, que transpiran, manteniendo el calor corporal.
  • Dentro de casa, se deben evitar las temperaturas por encima de los 22 grados y, para mitigar la sequedad que producen algunos sistemas de calefacción, se pueden usar humidificadores.

Estos son algunos consejos esenciales, que se deberán ajustar a cada caso. Por eso, desde la Federación Española de Diabetes se recomienda consultar con un médico especialista en dermatología para identificar las necesidades de cada piel, detectar posibles patologías y elegir los tratamientos y productos de hidratación más adecuados para cada caso.