Bendicen la ermita de San Águeda en San Lorenzo

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10 de Septiembre de 2005.- La soleada mañana registraba un tráfico inusual por el entorno de San Lorenzo del Flumen. De un turismo sobresalía tras el cristal un centro de flores.

Los coches iban tiñendo de colores la parda tierra de un cerro que, cercano al desvío de la carretera de Fraga a Huesca, está coronado desde hace poco tiempo por una ermita. Las gentes de San Lorenzo acuden madrugadoras a este lugar. Se va a bendecir. No es algo que ocurra todos los días.

En la explanada, frente a la ermita la gente comenta la novedad. Desde lo alto del cerro la vista es espectacular. Kilómetros cuadrados de tierra llana que, en una mañana de sol y viento, son observables con detalle. Las sierras exteriores del Pirineo, al fondo, cierran el paisaje.

Una niña lleva su osito de peluche al gigantón. Un agente de la Benemérita saluda a la autoridad local. Junto a la ermita, unos sacerdotes esperan la llegada del obispo. El coro de mujeres ensaya los temas que interpretarán en la misa. Caras alegres. Calor al sol y fresco a la sombra. Hasta el cierzo se ha sumado a la fiesta. Expectación. Llegan más autoridades y se acercan las doce del mediodía.

ErmitaLa ermita imita el ábside semicircular de los templos románicos. Piedra y madera. Esfuerzo y voluntad de una comunidad humana para hacer realidad un proyecto que, hace cinco años, era sólo un sueño. Hasta hubo quien no lo consideró realizable. Y el viento sopla y limpia la atmósfera. La luz y la sombra también están en el cerro. La gente que no ha podido entrar en el edificio se refugia bajo los pinos del entorno. Las gentes de San Lorenzo del Flumen ya tienen su ermita. Sonríen satisfechas.

Comienza la Eucaristía. El obispo de Huesca, Jesús Sanz, destaca la labor de las mujeres de San Lorenzo del Flumen para levantar esta ermita, dedicada a Santa Águeda. Para la historia de esta comunidad, añade, es un momento histórico porque «hay un camino que lleva a una ermita».

El obispo bendiciendo la ermitaAl acabar la ceremonia, parlamentos de agradecimiento de vecinos y autoridades. La primera piedra fue colocada hace cinco años. Destacan la convivencia y la ilusión de los que han participado, el sentimiento de haber hecho historia o la admiración que merece esta iniciativa. Una ermita siempre ha sido lugar de reunión para las celebraciones de una comunidad y las gentes de San Lorenzo ya disponen de esta referencia, como tantas localidades altoaragonesas.

A la salida de la ceremonia, los asistentes disfrutan de madalenas y chocolate. Hablan y comentan. Tienen ermita. Una charanga aporta el toque festivo final. Mientras la gente desciende por el camino del cerro de vuelta a casa, sus sones inundan el entorno. Es un día de fiesta en San Lorenzo del Flumen. Han bendecido su ermita.

Las autoridades presentesY todo, merced al esfuerzo de sus gentes, especialmente las mujeres formando un colectivo que, agrupado en la asociación de amas de casa o en la cofradía de Santa Águeda, ha dirigido con acierto María Tricas. Enhorabuena.