El carro de la compra durante la crisis

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El 61% de los consumidores han modificado sus hábitos de compra para racionalizar o reducir el consumo y gasto en alimentos.

La Asociación Provincial de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios ha participado en la elaboración de este informe que analiza cómo ha modificado la crisis económica, y la caída en la renta de la mayoría de los españoles, los hábitos de consumo alimentario.

 

14 de marzo de 2014.- CEACCU, organización a la que pertenece FEACCU-Huesca, ha publicado los resultados de un estudio donde se analiza cómo han modificado la crisis económica y la caída de la renta, los hábitos de consumo alimentario.

Este informe se enmarca dentro de las actividades conmemorativas del Día Mundial del consumidor  y con el debate de fondo de una posible subida del IVA de los alimentos.

El estudio, realizado a partir de una encuesta a casi mil familias representativas, trata de de conocer los cambios en los hábitos de compra y consumo de alimentos y analizar cómo repercute el debate de los desperdicios alimentarios en los derechos a los consumidores.

Además, se evalúa su grado de información, para llegar a determinar las repercusiones de falsos mitos, últimamente muy difundidos. Como la posibilidad de ampliar la fecha de caducidad de los alimentos (algo que NO es posible) o que no tiene importancia consumir un alimento caducado (cuando realmente puede ser muy peligroso).

Estas son sus principales conclusiones:

  • La crisis económica y la caída en la renta de la mayoría de los españoles (desde 2007, la renta disponible ha caído un 12% y solo el año pasado la bajada fue del 4,5%) han modificado sustancialmente sus hábitos respecto a su consumo alimentario: El 61% de los consumidores han modificado sus hábitos de compra para racionalizar o reducir el consumo y gasto en alimentos: Uno de cada tres reconocen que ahora “buscan más ofertas”, el 23% que “aprovecha” más la comida y el 9% afirma que directamente “ha reducido” el gasto en alimentación.
  • En cuanto al formato de las compras, estas también se han vuelto más racionales: prima la compra en mercado de abasto o supermercado pequeño (68%) frente a la gran superficie (8%), y la compra al peso (73% y 82% según sean carnes/pescados o fruta) frente a la compra en “bandejas”.
  • Estos resultados, coherentes con la precaria situación económica, ayudan a explicar por qué los consumidores, mayoritariamente, no tiran comida. El  71% de los encuestados afirma: “hago la compra justa. No tiro comida”.
  • En caso de quedar restos de la comida que se cocina, la mayoría de los consumidores (el 83%) los reutiliza; un 50% los conserva para consumirlos otro día y un 33% prepara nuevos platos con las sobras
  • Sobre los restos de alimentos que en ocasiones tiene que desechar el consumidor, un 42% afirma que “con frecuencia” ha tenido que tirar producto porque se ha estropeado antes de la fecha razonable de consumo. El mismo porcentaje asegura no haber podido aprovechar todo el producto porque en el envase quedan restos difíciles de aprovechar o por exceder la cantidad adecuada a las necesidades del consumidor.
  • En contraste con la mayoría de las informaciones que se vienen difundiendo sobre desperdicios alimentarios que centran su incidencia en el hogar, los consumidores piensan que el mayor volumen de desperdicios se producen en los establecimientos de venta (44%) y en la restauración (39%).
  • En cuanto a la causa principal de la cantidad de desperdicios que se tiran al año en España, casi la mitad de los consumidores encuestados (el 49%) consideran que “los puntos de venta tiran productos, al pasar la fecha de consumo”.
  • Respecto al impacto de las campañas sobre desperdicios en los derechos del consumidor, los encuestados consideran que mensajes como “no pasa nada por tomar un alimento pasado de fecha” “pueden llevar a confundir” y que “existe el riesgo de que se consuman por error alimentos caducados”.
  • Un dato más que preocupante: uno de cada tres consumidores dice usar “si no han pasado muchos días” los alimentos que han sobrepasado la fecha de caducidad, cuando deberían desecharse porque al caducar (algo distinto de “consumo preferente”) han dejado de ser seguros.
  • Aunque prácticamente todos los consumidores (el 92%) consulta la fecha marcada en los alimentos, existen importante carencias a la hora de distinguir fecha de caducidad y consumo preferente: un 39% no sabe que después de la fecha de caducidad el producto deja de ser seguro y no debemos consumirlo.
  • Menos confusión hay sobre “consumo preferente” (nada más que un 9% marca la respuesta incorrecta). Sin embargo, hay que destacar que solo una cuarta parte de los consultados es consciente de que, aunque no haya riesgo en consumir los productos que superen esta fecha, sí hay pérdida de calidad
  • Sobre el impacto en los precios, el 89% considera que es una obligación legal vender alimentos solo dentro de las fechas de consumo y no deben costar más.

 

En cuanto a las demandas y reivindicaciones, entre otras, se plantean las siguientes:

  • En un contexto de crisis económica que ha llevado a los hogares incluso a tener que reducir su gasto en alimentación  después de haberse ajustado el cinturón también en otras partidas como ropa, telefonía o comidas fuera de casa (como refleja la Encuesta de Presupuestos Familiares del INE), no consideramos que el problema del volumen de desperdicios, que se dice que existen, responda a hábitos incorrectos de los consumidores. Es más probable, precisamente por el mencionado contexto económico, que se trate de un problema de excedentes de producción a los que tal vez se esté intentando buscar una salida.
  • Anticipamos el rechazo a cualquier iniciativa que reduzca la protección con que cuentan los consumidores actualmente, y, en particular, una eventual autorización para poner a la venta productos fuera de su fecha de consumo preferente. Por otro lado, llama la atención, que, al mismo tiempo que este debate se activa, sea tan difícil lograr demandas que vienen de lejos como unas fechas en el etiquetado fácilmente legibles y comprensibles. Cualquier medida que se adopte debe tener en cuenta, en todo momento, la seguridad alimentaria y los derechos de los consumidores.
  • También rechazamos cualquier incremento de precios directo (subida de precios en productos dentro de fecha de consumo) como indirecto (reducción de contenido en envases sin bajada de precios).
  • De manera particular, teniendo en cuenta la precaria situación económica de los consumidores y sus dificultades reales para acceder a bienes y servicios básicos (electricidad, vivienda…), rechazamos que esta situación se reproduzca o acentúe en el caso de los alimentos, con un incremento de la actual carga fiscal de los mismos (subida tipos de IVA).